"De modo que cambié. Me convertí en Magallanes o en Colón, un explorador de los
misterios de la mente, y aprendí, despacio y a tropezones, lo que debía hacer.
Aprendí algo que hubiera resultado evidente incluso para un niño. Que la vida es
sencillamente una colección de pequeñas vidas, y que cada una de ellas dura un día.
Que debíamos dedicar cada día a buscar belleza en las flores y en la poesía, y a hablar
con los animales. Que no hay nada como una jornada empleada en soñar, en disfrutar
de la puesta de Sol o de la brisa fresca. Pero, sobre todo, aprendí que para mí vivir es
sentarme en un banco junto a un viejo río, con la mano en su rodilla, y a veces, en los
días buenos, enamorarme. "
Fragmento del libro